viernes, 30 de enero de 2009

KIERKEGAARD


TEMOR Y TEMBLOR .fragmento :

Si no existiera una conciencia eterna en el hombre, si como fundamento de todas las cosas se encontrase sólo una fuerza salvaje y desenfrenada que retorciéndose en oscuras pasiones generase todo, tanto lo grandioso como lo insignificante, si una abismo sin fondo, imposible de colmar, se ocultase detrás de todo, ¿qué otra cosa podría ser la existencia sino deseperación? Y si así fuera, si no existiera un vínculo sagrado que mantuviera la unión de la humanidad, si las generaciones se sucediesen unas a otras del mismo modo que renueva el bosque sus hojas, si una generación continuase a la otra del mismo modo que de árbol a árbol continúa un pájaro el canto de otro, si las generaciones pasaran por este mundo como las naves pasan por el mar, como el huracán atraviesa el desierto: actos inconscientes y estériles; si un eterno olvido siempre voraz hiciese presa en todo y no existiese un poder capaz de arrancarle el botín, ¡cuán vacía y desconsolada no sería la existencia!. "

....

El caballero de la resignación infinita no los escucha, no renuncia a su amor ni incluso por toda la gloria del mundo. No es tan tonto. Ante todo se asegura que su amor es realmente la substancia de su vida, y su alma se siente demasiado sana y atrevida para dejar la menor parcela librada al azar. No es un cobarde pues no impide a su amor penetrar hasta lo más profundo de sus más ocultos pensamientos y dejarle enredarse en innumerables vueltas alrededor de cada ligamento de su conciencia; aunque su amor se haga desgraciado jamás podrá librarse de él. Experimenta una deliciosa voluptuosidad en dejarle vibrar en cada uno de sus nervios; su alma es tan solemne como el alma de aquel que ha apurado la copa de veneno y siente filtrarse el líquido en cada gota de su sangre…; porque ese instante es vida y muerte. Cuando de este modo ha absorbido totalmente su amor y se va hundiendo, aun tiene el valor de osarlo y arriesgarlo todo. De una mirada abarca la vida, reúne sus pensamientos veloces que como palomas volviendo al palomar, acuden a la menor seña; agita luego sobre ellas la varita mágica y entonces se dispersan a todos los vientos. Mas cuando retornan todas como otros tantos tristes mensajeros, para anunciarle la imposibilidad, se queda tranquilo, les de las gracias, y al quedarse solo, emprende su movimiento.


LA ENFERMEDAD MORTAL fragmento :

" Igualmente se puede demostrar la eternidad del hombre por la impotencia de la desesperación para destruir al yo, por esa atroz contradicción de la desesperación. Sin eternidad en nosotros mismos, no podríamos desesperar; pero si pudiera destruir al yo, entonces tampoco habría desesperación. Tal es la desesperación, ese mal del yo, la Enfermedad mortal. El desesperado es un enfermo de muerte. Más que en cualquier otro mal, se ataca aquí a la parte más noble del ser; pero el hombre no puede morir por ello. La muerte no es aquí un término interminable del mal, es aquí un término interminable. La muerte misma no puede salvarnos de ese mal, pues aquí el mal con su sufrimiento y... la muerte consisten en no poder morir. Allí se encuentra el estado de desesperación. Y el desesperado podrá esforzase, a no dudar de ello, podrá esforzarse en lograr perder su yo, y esto sobre todo es cierto en la desesperación que se ignora, y en perderlo de tal modo que ni se vean sus trazas: la eternidad, a pesar de todo pondrá a luz la desesperación de su estado y le clavará a su yo: así el suplicio continua siendo siempre no poder desprenderse de sí mismo, y entonces el hombre descubre toda la ilusión que había en su creencia de haberse desprendido de su yo. ¿Y por qué asombrarse de este rigor?, puesto que ese yo, nuestro haber, nuestro ser, es la suprema concesión infinita de la Eternidad al hombre y su garantía. "

....

EL CONCEPTO DE LA ANGUSTIA. fragmento

En uno de los cuentos de los hermanos Grimm se relata la historia de un mozo que salió a correr aventuras con el solo fin de aprender a horrorizarse. Dejemos a este aventurero que siga su camino, sin preocuparnos ahora de si llegó o no llegó a encontrar algo capaz de infundirle espanto. Lo que si quisiera dejar claro es que esa es una aventura que todos los hombres tienen que correr, es decir, que todos han de aprender a angustiarse. El que no lo aprenda, se busca su propia ruina: o porque nunca estuvo angustiado, o por haberse hundido del todo en la angustia. Por el contrario, quien haya aprendido a angustiarse, ha alcanzado el saber supremo. El hombre no podría angustiarse si fuese bestia o ángel, pero es una síntesis y por eso puede hacerlo. Es más, tanto más perfecto será el hombre, cuando mayor sea la profundidad de su angustia. Esto no debe entenderse en el sentido de una angustia por algo exterior, por algo que está fuera del hombre, sino de tal manera que el hombre mismo sea la fuente de la angustia.