viernes, 30 de enero de 2009

MARIO BENEDETTI


AQUEL NAUFRAGIO, fragmento de el libro; LA BORRA DEL CAFE

.."El abuelo Vicenzo una vez me contó como se había salvado de un naufragio famoso. Le pregunté si se había librado porque sabía nadar.

"no, cómo se te ocurre.

Siempre he tenido más afinidad con las aves que con los peces. Pero la verdad es que tampoco sé volar". Su carcajada florentina resonaba en el patio como un carrillón.

"¿y enonces como te salvaste?"

"Muy sencillo: perdí el barco en Génova, Llegué al puerto media hora después de su partida asquerosamente puntual. Traté de conseguir una lancha que me llevara hasta el vapor (aún estaba a la vista). Para mi suerte fracasé en el intento. Cuando diez días despues me enteré de que el buque se había hundido en pleno Atlántico, no se me ocurrió nada menos egoísta que celebrarlo con una damajuana de Chianti.

Ya sé que está mal, que debía pensar en los otros; hoy no lo habría hecho así, pero en aquella época era muy joven y aún no había aprendido a ser hipócrita",

Y aquí otra carcajada. Yo en cambio no me reía. Enseguida me di cuenta que el abuelo no habia leído Corazón, el libro de Edmundo de Amicis que era mi Biblia, ya que, de haberlo leído, no habría tenido una actitud tan mezquina, y si de todos modos hubiera decidido empinarse la damajuana de vino, lo habría hecho con tristeza y hasta llorando un poco por los que se ahogaron. Pero no, al abuelo todavía le duraba el regocijo de haber escapado a la muerte casi por milagro, aunque ni siquiera eso lo había reconciliado con el cura de su parroquia, pues toda su vida fue un ateo militante y arremetió contra Dios como si éste fuera un mero organizador de descarrilamientos y naufragios".