sábado, 7 de febrero de 2009

DIEGO DANA

Un río desbordado desboca mi razón,
la nave del recuerdo cruzó por mi estación.
Bebimos de la copa de la Revolución
y allí quedaron todos mis sueños de amor.

Y aquí estamos hoy, solos tú y yo...
curando los miedos con besos
curando los miedos con besos
curando los miedos con besos

Pasábamos la vida detrás de una ilusión
dejando a cada paso el corazón,
Cruzando los inviernos comiendo represión,
la Muerte violó a mi generación.

Y aquí estamos hoy solos,
tú y yo curando los miedos con besos
curando los miedos con besos
curando los miedos con besos


Desaparecidos, no hay olvido. Los espíritus de la lluvia y el trueno se unieron al espíritu del dolor y de la sombra. No hay descanso. Desde donde están, la voz es viento que conmina. No vencidos, no derrotados. Desaparecidos, aparecidos en las multitudes y las caravanas con su gente de camisa caliente oleada en las calles. Para que no se mueran las ganas, para que no dormiten los sueños, para no volver a la cama con los sollozos amarrados.No hay olvido. Desaparecidos, aparecidos. Encarando al ángel que acalla el bombo desde su bóveda helada, peñascos heridos. No hay olvido. Desaparecidos, aparecidos en las fábricas y universidades, en las Madres y en las plazas, en los Hijos y el hermano. Multitudes, dolor de Patria, este dolor se nombra para que no se borre la memoria. No hay olvido.

Del poema Desaparecidos, de Juanita Pochet Cala