Nascencia en el paisaje igual a siempre y olvidado siempre,
Incierto, de cenizas amarillas y dulces,
Idéntico a sí mismo desde hace quién sabe cuántos vagos y ardorosos
Milenios,
Ecuación desmedida en el preciso instante en que el grito y la sangre
Se confunden,
Allá
Cuando mi madre era más bella entonces
Que todos los huertos frutecidos en el sueño con hambre de los
Hombres.
Milagrosamente,
Mi corazón de nube desató sus silencios
Y mis ojos con nidos donde van y vienen mariposas y velas,
Estremecieron la luz al deshojar la planta sin nombre de un recuerdo.
Entonces fue,
En lo más hondo de su tierra,
Entre limos de angustia, despiadados torrentes y lejanos misterios,
En vuelcos trascendentes desahogando sus ríos,
La renuncia fatal,
La escisión graforosa que se quedó entre los dos como un secreto
El desgarramiento aquel, único lazo ya que nos unía,
Como si alguien nos arrancase un sueño de repente
Y el socavón oscuro quedara empapelado de tristeza.
Con un afán de árboles,
Ella desenterró sus muertos para esta mi vida en que culminan diez
Millones de vidas,
Crucificó su sombra en el corte de todos los caminos para mi anhelo
Alzado y sin fronteras
Y nutrió mis raíces en el hueco de una vieja nostalgia de ojos
Madrugados.
Y fui yo solo entonces a taladrar mi brecha,
Prolongando un dolor que me llegaba nadie sabe de dónde,
A llenar mi destino de ser apenas un jalón en el sueño,
A pulir mi diamante, a descubrir mi pozo,
A levantar muy alto unas cuantas banderas de alegría.
Incierto, de cenizas amarillas y dulces,
Idéntico a sí mismo desde hace quién sabe cuántos vagos y ardorosos
Milenios,
Ecuación desmedida en el preciso instante en que el grito y la sangre
Se confunden,
Allá
Cuando mi madre era más bella entonces
Que todos los huertos frutecidos en el sueño con hambre de los
Hombres.
Milagrosamente,
Mi corazón de nube desató sus silencios
Y mis ojos con nidos donde van y vienen mariposas y velas,
Estremecieron la luz al deshojar la planta sin nombre de un recuerdo.
Entonces fue,
En lo más hondo de su tierra,
Entre limos de angustia, despiadados torrentes y lejanos misterios,
En vuelcos trascendentes desahogando sus ríos,
La renuncia fatal,
La escisión graforosa que se quedó entre los dos como un secreto
El desgarramiento aquel, único lazo ya que nos unía,
Como si alguien nos arrancase un sueño de repente
Y el socavón oscuro quedara empapelado de tristeza.
Con un afán de árboles,
Ella desenterró sus muertos para esta mi vida en que culminan diez
Millones de vidas,
Crucificó su sombra en el corte de todos los caminos para mi anhelo
Alzado y sin fronteras
Y nutrió mis raíces en el hueco de una vieja nostalgia de ojos
Madrugados.
Y fui yo solo entonces a taladrar mi brecha,
Prolongando un dolor que me llegaba nadie sabe de dónde,
A llenar mi destino de ser apenas un jalón en el sueño,
A pulir mi diamante, a descubrir mi pozo,
A levantar muy alto unas cuantas banderas de alegría.
II
Un niño triste a veces se me asoma a los ojos,
Un niño triste a veces se me asoma a los ojos,
Pálido niño, pálido de silencio y de anhelo.
A veces también lloro por mi frustrada ancianidad,
Grito sobre mi muerte lejana y prematura,
Sumergido en angustia,
Como quien hunde la cabeza en una almohada
Para que nadie vea sus latentes racimos de tristeza.
Mi corazón de túnel abierto a la esperanza
Se anegó de preguntas al descubrir el mundo.
Flor de monstruosos pétalos que sabían a sombra,
Fue deshojando el lento conocer de las cosas.
Mía fue la sangrienta martingala
De pasión despeñada y sin sosiego.
Míos fueron los álgidos delirios de flechas desatadas,
De torrente sin rumbo, de soledad sin alas.
Míos fueron los surcos del hombre sin semillas.
Mía la herida cruenta.
Mío el sonido ciego.(Como de lentos nudos desatándose,
Como de negros faros viejas luces
Que despiertan así, de noche, sin motivo,
Para espantar fantasmas de velas en el sueño,
Como de antiguas tumbas respiración sin sombra,
Como coronas, grillos, o como rejas duras
De cárceles de donde nunca debe salir lo que penetra,
Como helados museos de momias y de trajes sin cuerpos,
Como sueño sin sueños,Como muerte).
Ah, la respuesta entonces de verdades inciertas.
Ah, la escueta y tremenda negación de la vida.
La mentira a la altura de la sed y la fiebreY la atónita espera desangrándose en versosY el inquirir sin término y el preguntar por nada.
Venían, iban barcos.
De ti hacia mí. De mí hacia ti.
Iban, venían barcos de ojos y semillas.
Venían, iban barcos sonámbulos, desesperados barcos.
Iban, venían barcos y se iban sobre mares de olvido sin mañana.
Ah, corazón en llamas, desplazado, derruido,
Expresado a voz alterna de ansia y de alegría,
Flor abierta y sangrando su respuesta
sin el claro motivo de una sola pregunta,
Como siempre, como entonces, como ahora, como antes, como nunca,
Como tú llegaste contra todas las lógicas del mundo
Y ya no podrás irte aunque lo quieras.
Abierta herida abierta en el costado,
Voz de antiguos metales con el cantar de siempre,
Luz transida en mi noche,Desesperado llanto,
Sombra mía de sombras que nunca me abandonas,
Lenta espiral rodeándome la vidaPersiguiéndome siempre,
Perseguida,Dulce nudo,Milagro.
Era en ti, era en mí, era en nosotros como una llama viva,
Estaba, estuvo siempre, y tú no lo sabías y yo no lo sabía
Y nosotros que nunca lo supimos.
Ah, compañera, compañera mía, dueña del mundo, esclava,
Ah, silenciosa mía silenciosa.En rubias olas altas desatadas,
En lóbregas tinieblas la más honda, la más negra, la más desatendida,
Agua sabia de ignorados manantiales,
Claro sol de inexistente cielo,
Madrugada de amor,
Chorro de sangre nueva para mi corazón desamparado.
Tú y yo concretamos el tiempo y la distancia,
Limitamos la vida como entre dos paréntesis
Y ordenamos el mundo con una geografía inusitada.