lunes, 8 de febrero de 2010

BENJAMIN PRADO

De la disputa con los demás hacemos retórica; de la disputa con nosotros mismos, hacemos poesía”, dijo otro gran autor, W. B. Yeats.

• • • “Un poema no se termina, se abandona”, dijo Valéry. Es probable que eso sea verdad y es probable que no tenga demasiada importancia: que un poema no pueda ser perfecto no significa que pueda ser imprescindible. Los buenos poetas lo son porque nos hacen comprender las cosas en una medida y con una profundidad que las cosas no son capaces de ofrecer por sí mismas.

• • • Las personas que leen no tienen límites; las que no leen son nada más que ellas mismas.

• • • La obligación de un poeta serio es escribir sobre un tema substancial y la de sus lectores es descubrir ese tema. “Leer, por ejemplo, la Odisea como un tratado histórico –nos dice Octavio Paz– es como estudiar botánica en un paisaje de Corot o de Monet.”

• • • Luis Cernuda, citando a Coleridge, define la poesía, de un modo sencillo pero contundente, como “las mejores palabras en el mejor orden”. Y Ezra Pound completa este juicio de una manera categórica: “La poesía es una composición de palabras ordenadas musicalmente. Las otras definiciones son, en su mayoría, insostenibles o metafísicas. La proporción o calidad de la música puede variar, y así lo hace; pero la poesía se aja y se marchita cuando se aleja demasiado de la música”.

• • • “Los poemas de Lucrecio siguen siendo magníficos por más que sus nociones de física y astronomía estén anticuadas”, escribe T. S. Eliot.

• • • Según Auden, “el estilo característico de la poesía moderna es un tono de voz íntimo y un poeta contemporáneo que eleve su voz, sonará falso”.

• • • Recordemos que el escritor serio quiere construir su voz y también el oído de sus lectores.

• • • Valéry asegura que la poesía está gobernada por una conjunción de sonido y sentido, y no creo que se puedan poner objeciones a esa forma de evaluarla.

• • • Sea como sea, comparto la idea central de Cernuda: una metáfora no es un embellecedor ni un aderezo, sino una luz que ilumina una zona a oscuras, que se abre camino en un mundo inexplorado.

• • • Las buenas metáforas están hechas de palabras más grandes que el lenguaje al que pertenecen, nos dan la oportunidad de sobreponernos a lo que José Ángel Valente llama, en unas líneas memorables de Las palabras de la tribu, “la insuficiencia del lenguaje”; nos dan la opción de vencer esa “cortedad del decir” que cerca los idiomas, mediante la invención de un “lenguaje segundo”.

• • • Hablar y orientarse. El ejemplo de Celan es toda una metáfora y una lección que nos enseña que describir el silencio es un modo de escapar de ese mismo silencio. No se trata, como cree más de un ocultista sin nada que ocultar, de enrarecer lo conocido, sino de hacernos avistar lo invisible. Un gran poeta también puede hacer eso.

• • • La poesía oscila entre lo real y lo imaginario, entre la luz y la oscuridad. Dentro de un poema caben el lenguaje de todos y el lenguaje segundo del que hablaba Valente. Creo que ninguno de esos ingredientes puede faltar en un buen poema ni avasallar por completo a los demás. Puede y debe sobreponerse a ellos, pero no sepultarlos, porque los desequilibrios absolutos no son buenos en poesía. Las contradicciones sí, pero no los desequilibrios. Para Auden, “un poema puede fracasar de dos maneras; puede excluir demasiadas cosas, y resultar banal, o pretender abarcar demasiadas y caer en el caos”. Nivelar es un buen verbo cuando se está hablando de poesía.


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