UN FINAL
Un temor visceral se le escurrió por entre los dedos, que se pegaron a su cara. Durante todo el día había escuchado los golpes en la puerta.
Ella conocía los sonidos del viento sobre la superficie estéril, el cato árido de las ramas caídas, el susurro que se asomaba a las grietas de una tierra sin raíces. Ningún otro sonido como este golpeteo, desde que “todos los otros seres han muerto “, murmuró con espanto.
Volvieron los golpes.Los mismos tres sonidos, seguros, seguidos. No tenia alternativa. Se dirigió hacia la puerta y abrió.
Frente a ella, en la luna negra de la noche, su figura la reflejó como en un espejo demasiado limpido .Las miradas se encontraron en el mismo punto.
La otra entró.
Ella se acurrucó en un rincón y comenzó a llorar. El primer llanto desde la muerte de todos, de todos menos la suya.
Nadie, aunque quisiera, puede morir sin su alma.