"Porque en mi época profesional en Londres, o digamos retribuida, aprendí que lo que tan sólo ocurre no nos afecta apenas o no más que lo que no ocurre,
sino su relato (también el de lo que no ocurre),
que es indefectiblemente impreciso, traicionero, aproximativo y en el fondo nulo,
y sin embargo casi lo único que cuenta,
lo decisivo, lo que nos trastorna el ánimo y nos desvía y envenena los pasos,
y seguramente hace girar la perezosa y débil rueda del mundo.
"… a veces nos sucede eso con lo que se niega o se calla, con lo que se guarda y se sepulta, va difuminándose sin remedio y llegamos a descreer que en verdad existiera o se diera, tendemos a desconfiar increíblemente de nuestras percepciones cuando ya son pasado y no se ven confirmadas ni ratificadas desde fuera por nadie, renegamos de nuestra memoria a veces y acabamos por contarnos inexactas versiones de lo que presenciamos, no nos fiamos como testigos ni de nosotros mismos, sometemos todo a traducciones, las hacemos de nuestros nítidos actos y no siempre son fieles, para que así los actos empiecen a ser borrosos, y al final nos entregamos y damos a la interpretación perpetua, hasta de lo que nos consta y sabemos a ciencia cierta, y así lo hacemos flotar inestable, impreciso, y nada está nunca fijado ni es definitivo nunca y todo nos baila hasta el fin de los días, quizá es que no soportamos las certezas apenas, ni siquiera las que nos convienen y reconfortan, no digamos las que nos desagradan o cuestionan, o duelen, nadie quiere convertirse en eso, en su propio dolor y su lanza y su fiebre."
Tu rostro mañana ; fragmentos