jueves, 12 de febrero de 2009

KRISHNAMURTI


A lo largo de los cerca de 70 años estuvo difundiendo sus teorías al modo oral socrático, insistiendo continuamente en la necesidad de que nadie siga ni caminos ni líderes (ni siquiera a él mismo), predicando sencillamente libertad total.

La idea es que se puede ser libre respecto de alguna cosa inconveniente o desagradable, como los impuestos del malvado Estado o la sustracción a los trabajadores de su plusvalía por los malvados empresarios, pero eso no es realmente “libertad”, puesto que en realidad lo que genera es una “reacción” contra aquello que la coarta, y en la reacción no puede haber libertad, puesto que uno está condicionado por la misma necesidad de reaccionar. La libertad, por el contrario, es un estado de la mente: libertad para dudar y cuestionar todo. Una libertad así implica estar completa y creativamente solo. No se trata de aislamiento, sino de “soledad”; y a fin de estar internamente solo, uno debe morir para el pasado.

La soledad interna equivale a detener el diálogo interno, ese que conforme a los constructivistas está generando lo que llamamos "mundo objetivo", y que para Castaneda lo genera pero "literalmente".
Por eso, Krishnamurti parte de la base de que el individuo no es libre, puesto que se haya por completo condicionado y que lo normal a lo largo de la vida es sustituir un condicionamiento por otro, o ni tan siquiera eso. Su idea es que la solución no está en sustituir sino en eliminar ese condicionamiento, como única manera de ser libre. El condicionamiento no es cuando a media tarde te entra el antojo de comer chocolate y no puedes resistirte. Va un poco más lejos: el condicionamiento es “toda la mente”.
Razona que la mente es lo que debe preocuparnos, puesto que el pensamiento, basándose en la memoria, la experiencia, el conocimiento…, solo puede aportar soluciones viejas a los retos futuros. El pensamiento, por tanto, no es nunca nuevo y está condicionado. Coincide en esto Castaneda con él (o lo copia, quien sabe), quien incluso llegó a afirmar que la mente era una imposición foránea predatoria. Eliminar la mente se convierte así en el primer objetivo necesario para conseguir libertad, amor, fluidez, creatividad... Los días, para ambos, deben ser vividos como si fueran los últimos.

Una vez se consigue esa revolución que es parar el pensamiento, la realidad es comprendida como un todo, puesto que es la mente quien la ha ido dividiendo y creando las fronteras en ella (holismo frente a mecanicismo). Por ello, la proposición de Krishnamurti es un crecimiento individual en conciencia hasta alcanzar ese estado de comprensión en el que no hay división ni condicionamiento. Ese es, según él, el único camino posible para solucionar cualquier problema del mundo

Es la mente quien ha creado la nacionalidad, la raza, la clase y todos los patrones culturales a insertar en cada casilla con los que el individuo se identifica. Si la separación y la consecuente identificación ilusoria desaparecen, desaparece también el conflicto. Y la generación que surge es una que puede habérselas con los problemas de la vida encarándolos como una totalidad, no como partes aisladas y no relacionadas con lo total.

Krishnamurti dice que “estamos produciendo un ser humano por medio de un molde: un ser humano cuyo interés principal es encontrar seguridad, llegar a ser alguien importante o divertirse con la mínima reflexión posible. Estas metas ponen fin a la espontaneidad y engendran miedo, el cual bloquea la inteligente comprensión de la vida. Todo esto es así porque la educación convencional torna extremadamente difícil el pensar independiente”.

La educación, tanto en familia como en la escuela, genera dependencia (¡haz esto!, ¡sé aquello!), y la dependencia genera inevitablemente miedo (no me querrán si no hago o soy esto o aquello). El miedo debe existir por fuerza en tanto haya un impulso de ser o llegar a ser esto o aquello. Pero solo en un ambiente de seguridad puede un niño aprender.
Y “solo una mente que investiga es capaz de aprender. Cuando la investigación es suprimida por el conocimiento previo o por la autoridad y la experiencia de otro (ya sea el político, el sacerdote, el profesor o el científico), el aprender se vuelve mera imitación y la imitación hace que un ser humano repita lo aprendido sin experimentarlo”.

...“únicamente puede haber paz duradera entre seres humanos integrados y libres de miedo, pero nuestra educación nos torna serviles, mecánicos, profundamente irreflexivos, incompletos, atontados y faltos de creatividad”.

La percepción universal, global de todos los seres humanos y de su relación mutua, por otro lado, sólo puede surgir cuando palabras tales como nación, tribu, religión, han desaparecido.
Por todo ello, esta maravillosa idea tiene la virtud de no gustar a ningún grupo político, sea del signo que sea, ya que precisamente la idea de Krishnamurti es que los ideales/ideologías deben ser eliminados. Un ideal, además de estar creado ilusoriamente por el pensamiento, fuerza a “lo que es” a adaptarse a “lo que debe ser”, por lo que genera inevitablemente conflicto. Las revoluciones políticas, económicas o sociales, tampoco son la respuesta, al sustituir un condicionamiento por otro.

¿cómo conseguimos parar el pensamiento sin convertir esto en un ideal?; Si lo convertimos en una meta, generamos conflicto…
La respuesta de Krishnamurti es “conociéndose”. Observando las reacciones de uno mismo en la relación con el medio. No basta observarse cuando se está solo, sino que hay que hacerlo en la relación, porque el ser humano solo existe en la relación. Hay que conocerse y aceptarse: observar el mecanismo del pensamiento y entenderlo. Esto no tiene nada que ver con “pensar sobre uno mismo”. La autorreflexión y la auto-observación son cosas completamente diferentes, e incluso opuestas.

La atención es el mecanismo de que disponemos para la observación (no confundir con la concentración, que es analítica y divide). La atención debe desviarse de la memoria y la tradición. Solo cuando la mente deja de estar esclavizada por estas dos, la atención permite que el silencio de con ella, y eso abre la puerta a la creación. Pero hay que entender que la religión, el símbolo, las tradiciones, las aspiraciones, frustraciones, hábitos y demás están arraigadas en el inconsciente. Ese inconsciente, o “mente oculta”, es mucho más vital que la mente superficial con la que habitualmente estamos en contacto, es mucho más poderosa. Solo cuando se comprende lo superficial y lo oculto se puede ir más allá de las limitaciones personales. Además de la clara influencia freudiana, esto equivaldría mucho más al “recuerdo de sí mismo” de Castaneda, y a la personalidad y la falsa personalidad de Fritz Perls.

La atención debe centrarse en el sujeto que atiende: el observador. El desencadenante sobreviene cuando se comprende que el observador y lo observado son lo mismo. Comprenderlo intelectualmente no sirve de nada: es necesario vivenciarlo. Así, si tengo miedo porque estoy vacío, observo ese vacío y a ese que lo observa y me doy cuenta de que “soy vacío” observándose a si mismo. El conflicto ha terminado.

“Una mente disciplinada nunca es libre, ni puede ser libre jamás una mente que ha reprimido el deseo. Sólo mediante la comprensión de todo el proceso del deseo, puede la mente alcanzar la libertad”.

Respecto a la religión, Krishnamurti opina que la verdadera religión es la búsqueda de “Dios”, de la “verdad” o como guste uno llamarlo, y no la mera aceptación de la creencia y el dogma. “El único y verdadero interés de la religión es la transformación total del ser humano. Y todo el circo que se desarrolla en torno a la religión es una insensatez”.
Y finalmente, preguntado por un joven de 19 años sobre cómo evitar la mediocridad a la hora de iniciar una vida como adulto, Krishnamurti le dice lo siguiente:

“Su vida va a ser muy difícil, mi amigo, y podrá desgarrarlo en numerosas direcciones. (…) Usted puede ser destrozado por esta cruel sociedad. Desde luego, tendrá que permanecer sólo, pero eso puede ocurrir no mediante el esfuerzo, la determinación o el deseo, sino cuando comience a ver las cosas falsas que hay alrededor y dentro de usted: las emociones, las esperanzas. Cuando uno empieza a reconocer lo que es falso, ése es el principio de la percepción alerta, de la inteligencia. Tiene usted que ser una luz para sí mismo, y ésta es una de las cosas más difíciles que hay en la vida”.