La fruta, si fue amarga,
Se vuelve, entre tus dientes, insípida, de cera.
Nada quieres:
No hay lengua conocida para hablar con los muertos.
No encuentras la manera de enderezar la senda,
Ni pides agua al cántaro que yace boca abajo.
Toda tu complacencia se vuelca hacia el vacío.