viernes, 29 de enero de 2010

Iker Biguri.

Señales de otra vida


Con pereza abres los ojos, los ojos ventanas del alma, de la muerte hacia una dimensión frutal. Por ejemplo, la puerta y la ventana cerradas, la persiana bajada y el olor a humo de toda tu ropa, de los vaqueros del suelo y de tus calcetines, electricidad estática en la lana, calzoncillos, camiseta de rugby azul con lamparones de kalimotxo. Y cuando intentas escapar: la luz de reloj digital en la mini cadena, que sale de la mesita que hay a los pies de tu cama, un punto convertido en abanico de luz hacia los objetos. Luz redonda como una linterna, tan pequeña, como un foco ilumina la habitación. El portátil encima de la silla, y dentro el procesador de textos, y dentro y fuera más gente, más animales, más sombras de nube.

Te pasas la lengua por los labios, por las células muertas que recubren tus labios. Tienes la boca seca y el estómago de un muñeco de trapo. Sabes que hay grifos y botellas de agua en la casa, pero tiras de las sábanas y te cubres la cabeza con ellas. Allí debajo estás en el campo, los árboles y la hierba mojada fuera de tu tienda de campaña, el rocío haciendo capa en la superficie de la tela, mariposas y luciérnagas dentro de tu cabeza.

Cierras los ojos, un recuerdo.

*
Si yo no existo, tú no existes.

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Si no hay más, si no puedo escribir más, conseguir otras historias y plagiarlas con nuestros nombres, como la sombra borrosa de un árbol sobre viejas vidas inventadas. Por ejemploà listones de madera de un almacén en construcciónà fuegoà humo gris volcánico expandiéndose haciaà cenizas: la primera elegía, de Rainer María Rilke, el comienzo del diablo en la botella, de Stevenson, y algunas historias hermosas, otros papeles de letra alargada como la cara del poeta.

PRIMERA ELEGÍA

Lo primero: perder la virginidad esta noche y ser un poco feliz. Hinchar mi cabeza, convertir mi cabeza en un jardín.

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Principio (nudo y desenlace): había un chico en el barrio gótico de Barcelona al que llamaré Azul. La verdad es que aún vive y su nombre debe permanecer secreto. Su lugar de nacimiento no estaba lejos de Honaunau, donde los huesos de Keawe el Grande yacen escondidos en una cueva.

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Juventudescontroladaforever, jóvenes desaprovechados. Beber y beber hasta arreglar los melancólicos desajustes que deja la realidad. Mezclar cosas que no han de mezclarse, que estarían mejor en lo blanco, en un núcleo independiente, sin desaguar juntas, a una vez, por las cañerías de zinc de nuestros cuerpos. Porque algo puede salir mal, podemos desdibujarnos, diluirnos dentro del lienzo, dentro del bote de pintura del arco iris. Por ejemplo: barro, lluvia, restos del pollo de la cena, hacer nudos con los hilos que ofrece la noche.