viernes, 29 de enero de 2010

Yo he entrado en la jaula en lugar de la fiera
he grabado el apodo y la pena a hierro en prisión,
junto al mar he vivido, he jugado a la ruleta,
he comido en traje de frack con quién sabe Dios.
Asomado a un glaciar, medio mundo habré visto,
zozobrado tres veces, dos de ellas lograron rajarme.
Del país que me ha dado sustento he huido.
Quienes me han olvidado llegan a ser ciudad.
Me he perdido en estepas que el grito del huno recuerdan,
he llevado lo que ahora de moda vuelve a estar,
he cubierto almiares de negro sudario, he sembrado centeno,
agua seca tan sólo no he llegado a probar.
He abierto a mis sueños la pupila del guardia, siniestra,
he comido el pan del exilio sin dejar la corteza.
He prestado mis cuerdas a todas las voces, además del aullido;
he pasado al susurro. Y cuarenta en el día de hoy he cumplido.
¿Qué decir de la vida? Que resulta que es larga.
Que no soy solidario más que con el dolor.
Pero mientras no llenen de barro mi boca,
de ella sólo habrá de brotar gratitud.