lunes, 8 de febrero de 2010

Arturo Méndez Cons

Record de asistencia II


Entro en el lavabo a oscuras
mientras dejo a Miguel, fuera
hablando solo, quejándose de lo deteriorada
que está su relación paterno filial
por culpa de la Juez, del
psicólogo y no le doy al interruptor porque
logro distinguir la taza y se está mejor
así, parece que pueda oírse
la lluvia con mayor
nitidez, que el aire
limpio, más que de costumbre y
las gotas golpeen con lentitud, la ventana
traslucida y
por algún motivo todo eso me proporciona
cierto momentáneo estado de serenidad y aunque
lo lamente, esa es la verdad, por Miguel y por su
hija.

Es curioso
que las personas se distancien así. Sin saber
por qué un día puedes tomar un avión y despegas
con un alka seltzer en el
bolsillo de la camisa, tragas
un martini seco con el
cinturón de seguridad bien abrochado y
cruzas el
océano una vez la azafata y el resto
de la tripulación os
han ilustrado sobre como sobrevivir
a una tragedia aérea
os desean feliz viaje y os
recomiendan comprar algún artículo
(probablemente inútil) de dutty free

De poco sirve la serotonina a
los maníaco depresivos y veintiséis
años, por ejemplo, pueden no ser nada y
muchos seres humanos viven menos que eso, esta
lluvia no parará nunca, tiro de la cadena y abro el grifo, me
parece un desperdicio de agua, agua, y más agua, me seco las
manos, no lo reconozco con precisión pero juraría
que he oído un carraspeo, casi un tosido o un
sollozo y al salir le digo a bocajarro, -Tranquilo
Miguel, ya lo verás:
que
todo se arreglará-.
Y él,

alza el rostro
algo aturdido y a su vez pregunta-. ¿Pero

no está muy
oscuro
aquí?