sábado, 6 de febrero de 2010

Emma Barrandeguy

Las puertas” (1974)

Un hombre. Las costas verdes, los arandizales
El mostrador donde acodabas tus hazañas,
aquellas suelas y el martillo curvo.
las telas de las nutrias,
la manta, testimonio de esa fiebre
que trajiste del Norte.
El machete triunfal sobre las pajas,
las redes abiertas junto a tus polémicas,
la canoa prestada y los anzuelos,
la cuadra de batatas que dejaste sembradas
entra en el territorio del recuerdo,
porque la vida de un hombre, de un loco, de un rebelde,
de un disconforme eterno
de un hombre que no supo hacer dinero
pero sí caminar, conversar, beber, estar en desacuerdo
y desatárselo en palabras a la gente,
porque la vida de un hombre como tú, digo
no es más que esto,
una enumeración de circunstancias,
el recuerdo de un proceso,
una barba crecida, un hijo muerto, unos ojos brillantes,
grajos del Gualeguay entre los remos.
En el agua tenías que morir, no hay que asombrarse
Tendiendo redes en la noche, para pescar, por fin, tu corazón inquieto.



LOS POETAS VIEJOS



En los concursos de poesía,

los poetas de setenta años

sacan premios que no alcanzan

ni al precio de una edición modesta

ni al de un par de zapatos.

Lo saben

pero mandan igualmente sus versos.

En los partidos de ajedrez

se ponen y sacan los anteojos,

limpian con atención los cristales,

esperan, como siempre,

que el peón pueda anular una jugada

que parecía brillante.

En los reportajes

hablan del viejo Palermo

o de los amigos que se murieron

o de lo que podría hacerse en el país

si la marcha del mundo fuera otra

y volvieran los brillantes debates de las Cámaras.

En la radio evocan los tiempos

de Crítica o de la Revista Martín Fierro;

y no recuerdan a Boedo

porque es un tema peligroso

y revivir no quiere decir suscitar

ni resucitar.

En la calle Florida

miran,

como los provincianos,

a ver si alguien conocido los saluda,

o ciegos,

se dejan tomar del brazo

hasta la próxima bocacalle,

hasta la próxima charla.

En las librerías

observan los estantes con disimulo

en busca del lomo con su nombre

y discretamente se informan

sobre el modo cómo se vende la poesía.

El triunfo llega siempre tarde

para ellos

o se renueva en actitudes de cada día

y en un mundo que los desconoce

navegan aguas incontaminadas.