sábado, 6 de febrero de 2010

Slawomir Mrozek

Decidí comenzar una nueva vida. Categórica e inapelablemente. Sólo quedaba una cuestión por decidir: ¿a partir de cuándo? La respuesta no dejaba lugar a dudas: “a partir de mañana”.
Al despertarme al día siguiente constaté que una vez más era “hoy”, igual que “ayer”. Puesto que había de comenzar una nueva vida “a partir de mañana”, no podía comenzar “hoy”. “No importa –pensé-. Mañana será también mañana”. Y pasé tranquilamente el día a la antigua. No sólo sin remordimientos de conciencia, sino lleno de buenos sentimientos y reconfortante esperanza.

Pero, por desgracia, el día siguiente era de nuevo hoy, igual que ayer y anteayer. “No es culpa mía –pensé- que algún demonio no pare de cambiar el mañana por el hoy. Mi decisión es irreprochable e irrevocable. Intentémoslo una vez más, acaso el demonio se canse y mañana sea por fin mañana.”

Desgraciadamente no fue así. Seguía siendo hoy y nada más que hoy. Acabé por perder la esperanza. “Todo parece indicar que nunca llegará ese mañana –pensé-. ¿Y si comienzo la nueva vida no a partir de mañana sino a partir de hoy?”. Sin embargo enseguida advertí lo absurdo de semejante planteamiento. Porque si hoy se repite invariablemente desde hace tanto tiempo, tiene que ser ya muy viejo, y por tanto cualquier vida hoy también tiene que ser vieja. Una nueva vida es una nueva vida y sólo es posible si comienza de nuevo, o sea a partir de mañana, si es que ha de ser de veras nueva.

Y me fui a dormir con la firme decisión de que a partir de mañana comenzaría una nueva vida. Porque a pesar de todo siempre tiene que un mañana.”


JUEGO DE AZAR