sábado, 30 de enero de 2010

CHEEVER

En cuanto al fracaso y la desesperación, parecen agravados por el ambiente de Nueva York y los barrios residenciales periféricos. Tanto Nueva York como Scarborough parecen producir a veces un egoísmo que exigen la salud y el vigor de la juventud, y una imitación de estas energías cuando se han desvanecido. En los dos lugares hay premoniciones del abismo y a veces oyes las voces y entrevés las caras de los caídos.

Tengo los ojos cansados después de conducir durante siete horas de cara al sol. "Qué verde tan exuberante", dijo mi mujer, y vi que resplandecían los prados, pero la idea de volver no me ponía precisamente contento. Era volver a las oficinas, a Grand Central Station, al tren nocturno que me lleva a casa, a la incomodidad de llevar traje un día de calor, al cansancio, al provincianismo, a una parte pequeña del mundo, a la falta de emociones. Que no haya héroes aquí no significa que no los haya en ninguna parte. Me gustaría conservar la sensación de estar lejos de Nueva York, de sus ruidos y agitación. Me gustaría conservar la sensación de que éste es un pequeño rincón del mundo; de dominarlo, de no tomarlo demasiado en serio. (Diarios)