lunes, 8 de febrero de 2010

DON FERNANDO

Demasiado pronto llega siempre, Cloé, el invierno.
Es siempre prematuro, aunque lo espere
nuestro hábito, el enfriamiento
del deseo que existió.

No atardece sin que muera el día.
No nace amor o fé en nosotros sin que
muera al menos con eso
el no amar o creer.

Todo gesto que hace nuestro cuerpo
con el reposo anterior contrasta.
En esta mala circunstancia
del tiempo eterno somos.

Sólo sabe del arte con que vive la vida
aque que, de tanto usarla,
hurte al tiempo la victoria
de las mudanzas de prisa,

y atardeciendo como un día tropical,
hasta el fin inevitable guíe
una vida idéntica, súbitamente
precipite al abismo.

RICARDO REIS