Demasiado pronto llega siempre, Cloé, el invierno.
Es siempre prematuro, aunque lo espere
nuestro hábito, el enfriamiento
del deseo que existió.
No atardece sin que muera el día.
No nace amor o fé en nosotros sin que
muera al menos con eso
el no amar o creer.
Todo gesto que hace nuestro cuerpo
con el reposo anterior contrasta.
En esta mala circunstancia
del tiempo eterno somos.
Sólo sabe del arte con que vive la vida
aque que, de tanto usarla,
hurte al tiempo la victoria
de las mudanzas de prisa,
y atardeciendo como un día tropical,
hasta el fin inevitable guíe
una vida idéntica, súbitamente
precipite al abismo.
RICARDO REIS
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lunes, 8 de febrero de 2010
DON FERNANDO
Julio 25 de 1907.
Estoy cansado den confiar en mí mismo, de lamentarme de mí, de apiadarme de mí mismo hasta las lágrimas.
Acabo de tener una especie de cena con la T[ía] Rita acerca de F. Coelho. Hacia el final de ella, sentí de nuevo uno de esos síntomas que cada vez se tornan más claros y aún más horribles en mí: un vértigo moral. En el vértigo físico hay una vorágine del mundo externo en relación a nosotros; en el vértigo moral, una vorágine del mundo interior. Por momentos me parece perder el sentido de la verdadera relación de las cosas, perder la comprensión; caer en un abismo de suspensión mental. Es esta una sensación horrible, sentirse aplastado por un miedo informe. Estos sentimientos se van tornando comunes, parecen estar pavimentando mi camino a una nueva vida mental, que puede, sin duda, ser la locura. ― En mi familia no comprenden mi estado mental ― no, no la comprenden. Se ríen de mí, se burlan de mí, no me creen; dicen que pretendo mostrarme como una persona fuera de lo normal. Nada hacen para analizar ese deseo de ser extraordinario. No pueden comprender que entre ser y querer ser extraordinario no existe sino la diferencia de la conciencia que se suma al hecho de querer ser extraordinario. Es lo mismo que ocurría mientras jugaba con soldados de plomo a los siete y a los catorce años; en la primera edad ellos eran cosas, y en la segunda, seguían siendo cosas y además, eran juguetes al mismo tiempo, aunque el impulso de jugar con ellos permanecía y era el estado psíquico fundamental y real.
* * *
Julio 25:
No tengo en quién confiar. Mi familia no entiende nada. A mis amigos no puedo atormentarlos con estas cosas; No tengo amigos realmente íntimos, en la forma en que entiendo la intimidad. Soy tímido y reacio a dar a conocer mis preocupaciones. Un amigo íntimo es una de mis cosas ideales, uno de mis sueños diurnos aunque no parezca haber un personaje en el mundo que muestre posibilidades de aproximarse a ser aquello que sueño en un amigo íntimo. Acabemos con esto. ― Amantes o novias no tengo―; y son también para mí un ídeal aunque sólo encuentre, por mucho que busque al interior de ese ideal, nada más que vacuidad. ¡Imposible, algo como yo lo sueño! ¡ay de mí! ¡pobre Alastor! ¡Oh Shelley, cuánto te comprendo! ¿Podré yo confiar en mi madre? ¡Cuánto desearía tenerla aquí, junto a mí! Tampoco puedo confiar en ella, pero su presencia habría aliviado mucho de mi dolor. Me siento tan sólo como un náufrago en el mar. Y en últimas, también soy náufrago. Por eso sólo puedo confiar en mí mismo. ¿Confiar en mí mismo? ¿Qué confianza podría tener en esa línea? Ninguna. Mientras la releo, sufre mi espíritu por sus pretensiosas palabras, ¡cuánto parecen de un diario literario! En algunas incluso tengo estilo. SIn embargo, yo sufro. Un hombre puede sufrir tanto vestido con un traje traje de seda como enfundado en un saco o envuelto en una sábana de retazos.
Nada más.
Estoy cansado den confiar en mí mismo, de lamentarme de mí, de apiadarme de mí mismo hasta las lágrimas.
Acabo de tener una especie de cena con la T[ía] Rita acerca de F. Coelho. Hacia el final de ella, sentí de nuevo uno de esos síntomas que cada vez se tornan más claros y aún más horribles en mí: un vértigo moral. En el vértigo físico hay una vorágine del mundo externo en relación a nosotros; en el vértigo moral, una vorágine del mundo interior. Por momentos me parece perder el sentido de la verdadera relación de las cosas, perder la comprensión; caer en un abismo de suspensión mental. Es esta una sensación horrible, sentirse aplastado por un miedo informe. Estos sentimientos se van tornando comunes, parecen estar pavimentando mi camino a una nueva vida mental, que puede, sin duda, ser la locura. ― En mi familia no comprenden mi estado mental ― no, no la comprenden. Se ríen de mí, se burlan de mí, no me creen; dicen que pretendo mostrarme como una persona fuera de lo normal. Nada hacen para analizar ese deseo de ser extraordinario. No pueden comprender que entre ser y querer ser extraordinario no existe sino la diferencia de la conciencia que se suma al hecho de querer ser extraordinario. Es lo mismo que ocurría mientras jugaba con soldados de plomo a los siete y a los catorce años; en la primera edad ellos eran cosas, y en la segunda, seguían siendo cosas y además, eran juguetes al mismo tiempo, aunque el impulso de jugar con ellos permanecía y era el estado psíquico fundamental y real.
* * *
Julio 25:
No tengo en quién confiar. Mi familia no entiende nada. A mis amigos no puedo atormentarlos con estas cosas; No tengo amigos realmente íntimos, en la forma en que entiendo la intimidad. Soy tímido y reacio a dar a conocer mis preocupaciones. Un amigo íntimo es una de mis cosas ideales, uno de mis sueños diurnos aunque no parezca haber un personaje en el mundo que muestre posibilidades de aproximarse a ser aquello que sueño en un amigo íntimo. Acabemos con esto. ― Amantes o novias no tengo―; y son también para mí un ídeal aunque sólo encuentre, por mucho que busque al interior de ese ideal, nada más que vacuidad. ¡Imposible, algo como yo lo sueño! ¡ay de mí! ¡pobre Alastor! ¡Oh Shelley, cuánto te comprendo! ¿Podré yo confiar en mi madre? ¡Cuánto desearía tenerla aquí, junto a mí! Tampoco puedo confiar en ella, pero su presencia habría aliviado mucho de mi dolor. Me siento tan sólo como un náufrago en el mar. Y en últimas, también soy náufrago. Por eso sólo puedo confiar en mí mismo. ¿Confiar en mí mismo? ¿Qué confianza podría tener en esa línea? Ninguna. Mientras la releo, sufre mi espíritu por sus pretensiosas palabras, ¡cuánto parecen de un diario literario! En algunas incluso tengo estilo. SIn embargo, yo sufro. Un hombre puede sufrir tanto vestido con un traje traje de seda como enfundado en un saco o envuelto en una sábana de retazos.
Nada más.
DON FERNANDO
Breve el día, breve el año, breve todo.
Nada tarda que seamos.
Esto, pensando, de mi mente absorbe
todos mis pensamientos.
El mismo ser breve de la tristeza me pesa,
que, más que tristeza, es vida.
RICARDO REIS
Nada tarda que seamos.
Esto, pensando, de mi mente absorbe
todos mis pensamientos.
El mismo ser breve de la tristeza me pesa,
que, más que tristeza, es vida.
RICARDO REIS
jueves, 28 de enero de 2010
Ricardo Reis
Si recuerdo quién fui, otro me veo,
En el pasado, presente del recuerdo.
Quien fui es alguien que amo
Pero solamente en sueños.
Y la saudade que me aflige la mente
No es de mí ni del pasado visto,
Sino de quien habito
Por detrás de los ojos ciegos.
Nada, sino el instante, me conoce.
Mi mismo recuerdo es nada, y siento
Que quien soy y los que fui
Son sueños diferentes.
En el pasado, presente del recuerdo.
Quien fui es alguien que amo
Pero solamente en sueños.
Y la saudade que me aflige la mente
No es de mí ni del pasado visto,
Sino de quien habito
Por detrás de los ojos ciegos.
Nada, sino el instante, me conoce.
Mi mismo recuerdo es nada, y siento
Que quien soy y los que fui
Son sueños diferentes.
Alberto Caeiro
Todos los días despierto ahora con alegría y pena.
En otros tiempos me despertaba sin ninguna sensación: despertaba.
Tengo alegría y pena por perder lo que sueño
y porque en la realidad puedo estar donde está lo que sueño.
No sé lo que he de hacer con mis sensaciones.
No sé lo que he de ser conmigo a solas.
Quiero que ella me diga algo para despertar de nuevo.
En otros tiempos me despertaba sin ninguna sensación: despertaba.
Tengo alegría y pena por perder lo que sueño
y porque en la realidad puedo estar donde está lo que sueño.
No sé lo que he de hacer con mis sensaciones.
No sé lo que he de ser conmigo a solas.
Quiero que ella me diga algo para despertar de nuevo.
DON FERNANDO
Han pasado meses sobre lo último que escribí. Me he mantenido en un sueño del entendimiento mediante el cual he sido otro en la vida. Una sensación de felicidad translaticia ha sido frecuente en mí. No he existido, he sido otro, he vivido sin pensar.
Hoy, de repente, be vuelto a lo que soy o me sueño. Ha sido un momento de mucho cansancio, después de un trabajo sin relevo. He puesto la cabeza entre las manos, hincados los codos en el pupitre alto inclinado. Y, cerrados los ojos, me he reencontrado.
En un sueño falso lejano, he recordado todo cuanto he sido, y ha sido con una claridad de paisaje visto como se ha alzado ante mí de repente, antes o después de todo, al lado ancho de la quinta vieja, desde donde, en medio de la visión, la era surgía vacía.
He sentido inmediatamente la inutilidad de la vida. Ver, sentir, recordar, olvidar: todo esto se me ha confundido, en un vago dolor de codos, con el murmullo confuso de la calle cercana y los ruiditos del trabajo tranquilo de la oficina quieta.
Cuando, puestas las manos en lo alto del pupitre, he lanzado sobre lo que allí veía la mirada que debía ser de cansancio lleno de mundos muertos, la primera cosa que he visto ha sido un moscardón (¡aquel vago zumbido que no era de la oficina!) posado encima del tintero. Lo he contemplado desde el fondo del abismo, anónimo y despierto. Tenía tonos verdes de azul oscuro, y tenía un lustre repulsivo que no era feo. ¡Una vida!
¿Quién sabe para qué fuerzas superiores, dioses o demonios de la Verdad a cuya sombra erramos, no seré sino la mosca lustrosa que se para un momento ante ellos? ¿Observación fácil?¿Observación ya hecha? ¿Filosofía sin pensamiento? Tal vez, pero yo no pensé: sentí. Fue carnalmente, directamente, con un horror profundo y [...] como hice la comparación risible. Fui mosca cuando me comparé con la mosca. Me sentí mosca cuando supuse que me lo sentí. Y me sentí un alma a la mosca, me dormí mosca, me sentí rematadamente mosca. Y el horror mayor es que al mismo tiempo me sentí yo. Sin querer, alcé los ojos al techo, no fuese a caer sobre mí una regla superior, para aplastarme lo mismo que yo podría aplastar a aquella mosca. Afortunadamente cuando bajé los ojos, la mosca, sin que se oyese un ruido, había desaparecido. La oficina involuntaria se había quedado otra vez sin filosofía.
LIBRO DEL DESASOSIEGO
Hoy, de repente, be vuelto a lo que soy o me sueño. Ha sido un momento de mucho cansancio, después de un trabajo sin relevo. He puesto la cabeza entre las manos, hincados los codos en el pupitre alto inclinado. Y, cerrados los ojos, me he reencontrado.
En un sueño falso lejano, he recordado todo cuanto he sido, y ha sido con una claridad de paisaje visto como se ha alzado ante mí de repente, antes o después de todo, al lado ancho de la quinta vieja, desde donde, en medio de la visión, la era surgía vacía.
He sentido inmediatamente la inutilidad de la vida. Ver, sentir, recordar, olvidar: todo esto se me ha confundido, en un vago dolor de codos, con el murmullo confuso de la calle cercana y los ruiditos del trabajo tranquilo de la oficina quieta.
Cuando, puestas las manos en lo alto del pupitre, he lanzado sobre lo que allí veía la mirada que debía ser de cansancio lleno de mundos muertos, la primera cosa que he visto ha sido un moscardón (¡aquel vago zumbido que no era de la oficina!) posado encima del tintero. Lo he contemplado desde el fondo del abismo, anónimo y despierto. Tenía tonos verdes de azul oscuro, y tenía un lustre repulsivo que no era feo. ¡Una vida!
¿Quién sabe para qué fuerzas superiores, dioses o demonios de la Verdad a cuya sombra erramos, no seré sino la mosca lustrosa que se para un momento ante ellos? ¿Observación fácil?¿Observación ya hecha? ¿Filosofía sin pensamiento? Tal vez, pero yo no pensé: sentí. Fue carnalmente, directamente, con un horror profundo y [...] como hice la comparación risible. Fui mosca cuando me comparé con la mosca. Me sentí mosca cuando supuse que me lo sentí. Y me sentí un alma a la mosca, me dormí mosca, me sentí rematadamente mosca. Y el horror mayor es que al mismo tiempo me sentí yo. Sin querer, alcé los ojos al techo, no fuese a caer sobre mí una regla superior, para aplastarme lo mismo que yo podría aplastar a aquella mosca. Afortunadamente cuando bajé los ojos, la mosca, sin que se oyese un ruido, había desaparecido. La oficina involuntaria se había quedado otra vez sin filosofía.
LIBRO DEL DESASOSIEGO
lunes, 25 de enero de 2010
DON FERNANDO
Pienso, en ocasiones, que quisiera cometer todos los crímenes, todos los vicios, todas las acciones bellas, nobles, grandes, beber la belleza, la verdad, el bien, de un solo trago, y dormirme después para siempre en el pacífico seno de la Nada.
Déjenme llorar."
Déjenme llorar."
domingo, 24 de enero de 2010
DON FERNANDO
¿Viajar? Para viajar basta con existir. Voy de día en día, como de estación a estación, en el tren de mi cuerpo, o de mi destino, asomado a las calles y a las plazas, a los gestos y a los rostros, siempre iguales y siempre diferentes, como, al final, lo son todos los paisajes. Si imagino, viajo. ¿Qué más hago si viajo?
[…] La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos. —
[…] La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos. —
martes, 17 de febrero de 2009
PESSOA
Quien quisiera hacer un catálogo de monstruos no tendría
más que fotografiar con palabras esas cosas que la noche
trae a las almas somnolientas que no consiguen dormir.
Planean como murciélagos sobre la pasividad del alma,
o vampiros que chupasen la sangre de la sumisión
más que fotografiar con palabras esas cosas que la noche
trae a las almas somnolientas que no consiguen dormir.
Planean como murciélagos sobre la pasividad del alma,
o vampiros que chupasen la sangre de la sumisión
jueves, 29 de enero de 2009

Fernando Pessoa participa eternamente de la infancia.
El origen de su obra se encuentra en la niñez, cuando comienza a leer y escribir. “El primer alimento literario de mi infancia estaba en las muchas novelas de misterio y aventuras pavorosas — afirma Pessoa en un escrito autobiográfico de 1907—. Los libros llamados infantiles que relatan experiencias emocionantes poco me interesaban. No me atraía la vida saludable y natural. Ansiaba, no por lo probable, sino por lo increíble, ni siquiera por lo imposible en intensidad pero sí por lo imposible por naturaleza. Mi infancia fue tranquila, mi educación buena. Pero desde que tengo conciencia de mí percibí una tendencia innata en mí hacia la mistificación, la mentira artística.”
Y el escrito continúa: “Agréguese a esto un gran amor por lo espiritual, hacia lo misterioso, hacia lo oscuro, que al fin y al cabo, no era sino una forma y una variante de aquella otra característica mía, y mi personalidad estará completa, hacia la comprensión humana.” El ansia de exploración y descubrimiento manifestada desde la infancia confluye en la invención como modus vivendi. “El poeta es un fingidor”, escribiría Pessoa veinticuatro años después.
En Pessoa opera la creencia de Wordsworth acerca de que el niño es el padre del hombre.
“No hay tristezas / ni alegrías / en nuestra vida / Sepamos así, sabios incautos, / no vivirla, // pero recorrerla, / tranquilos, plácidos, / teniendo a los niños / por maestros nuestros, / y con los ojos llenos / de Naturaleza…”, escribió Ricardo Reis.
El poeta nombra la infancia y en ocasiones la define. “En el niño hay conciencia”, dicta una máxima de Pessoa ortónimo que pertenece a su Introducción al estudio de la metafísica. Y Álvaro de Campos advierte: “más vale ser niño que comprender el mundo”, expresando su profunda nostalgia por aquello que parece inaccesible. La sensibilidad creativa surge como en la niñez, feliz y resuelta, pero con un dejo melancólico: “Escribo y divago y me parece que todo esto fue verdadero. Mi sensibilidad está tan a flor de mi imaginación / que casi llego a llorar y vuelvo a ser el niño feliz que nunca fui…”, cifró Pessoa en una carta al poeta brasileño Ronald de Carvalho fechada en 1914, tras evocar con emoción su primera infancia.
Los objetos de la niñez son mencionados con insistencia en algunos fragmentos, como los chocolates de la niña en “Tabaquería”: “mira que no hay más metafísica en el mundo / que los chocolates”. O el tren infantil de cuerda tirado por un cordel que “tiene más movimiento real / que mis versos…”, en otro poema de Álvaro de Campos
La naturaleza es uno de los temas inherentes a la niñez. Para Alberto Caeiro la infancia se acerca a un estado natural, próximo a la divinidad: “Es el Eterno Niño, es el dios que faltaba. / Es lo humano natural, / es lo divino que sonríe y juega”, se lee en “El guardador de rebaños”. El poeta se remite a la voz del “niño milagroso”,El jardín se convierte en un espacio que propicia la creación.
Participa de la naturaleza y la confina metafóricamente. La reflexión con la que Thompson intenta solazarse en su ensayo sobre Shelley se manifiesta en la obra de Pessoa.
“La metafísica— caja para contener el Infinito—me recuerda siempre aquella definición de caja que alguna vez escuché de un niño—dice Pessoa en una nota personal escrita en 1913—.
‘¿Sabes qué es una caja?’, le pregunté no sé ya por qué —continúa el poeta—, ‘Sí señor, lo sé, respondió [el niño], es una cosa para meter cosas’.” de origen divino, omnipresente en Novalis. El jardín simboliza la relación de la naturaleza con el niño, de la que Álvaro de Campos,
en “Callos al estilo de Porto”, escribió: “(Sé muy bien que en la infancia de toda la gente hubo / un jardín, / particular o público, o del vecino. / Sé muy bien que jugar a lo que nosotros jugáramos era el dueño del jardín. / Y que la tristeza es de hoy.)”
La frase de Antoine de Saint-Exupéry:
“Soy de mi infancia como se es de un país” a nadie se aplica mejor que a Pessoa, menciona Robert Bréchon. La infancia como patria, como recuerdo nebuloso de una habitación. Cada uno de los poemas y fragmentos aquí referidos resulta una apología del pasado, llena de una dicha que, a través de la saudade, adquiere un matiz de aflicción.
De esta manera instauran el encuentro con lo afectivo. La infancia de Pessoa despierta constantemente de un letargo apacible y detona, a la vez, el gozo y la nostalgia: “la luna asciende en el horizonte / y la infancia feliz despierta, en mí, como una lágrima. / Mi pasado resurge, como si ese grito marítimo / fuese un aroma, una voz, el eco de una canción / que fuese a llamar a mi pasado / a aquella felicidad que nunca volveré a tener”, se lee en la “Oda marítima” de Álvaro de Campos.
Es el pasado brumoso, la casa perdida de la niñez. En Pessoa, la infancia también es un territorio que parece desprendido del sueño. “Un día, me entró el sueño como a un niño / pequeño. / Cerré los ojos y dormí. / Aparte de eso, fui el único poeta de la Naturaleza”,dice Alberto Caeiro. Y escribe Pessoa en “Lluvia oblicua”:
“Todo el teatro es mi patio, mi infancia / está en todos los lugares, y la pelota viene tocando música, / una música triste y vaga que pasea en mi patio / vestida de perro verde volviéndose jockey amarillo… / (Tan rápido gira la pelota entre los músicos y yo…).” Resulta un poema explícito sobre épocas pasadas y lugares afables y expresivos. La poesía exalta sensaciones desde distintas perspectivas. La conciencia de la musicalidad infantil, simbólica y rítmica se recrea en varios poemas. Algunos fragmentos poseen un ritmo que tiende a la canción: se consolida un rico repertorio de versos propicios para la musicalidad. Unos más contienen agitación suficiente para ser cantados, la rima de otros es cadenciosa. Las canciones “carentes de sentido” —como el “Poema pial”—se inscriben en esa categoría. Las distintas formas de versificación se mueven entre la composición tradicional y el verso libre, que domina la escena. Son aprovechados diversos recursos fonéticos cuyo resultado son versos que no desairan el ritmo. Pero estos poemas importan más por su significación que por la rima.
El poeta juega con el canto y la representación del pasado. Pessoa concilia el universo perdido de la infancia con la pasión creativa que lo caracteriza.
El poeta mexicano Francisco Cervantes relató en alguna ocasión una anécdota que recrea el espíritu inquieto de Pessoa. Era habitual en su noviazgo con Ofelia de Queiroz que Pessoa acompañara a la dama en su recorrido en tranvía a orillas del Tajo y, como acostumbraba, hiciera mohines para divertir a la mujer. En una ocasión, fingiéndose el ave ibis, arremangándose los pantalones y apoyándose en una sola pierna, fue sorprendido por unos niños que, divertidos, parecían comprenderlo.
Y en “El ibis” escribió: “El ibis, el ave de Egipto, / descansa siempre sobre un pie, / lo que / es extraño. / Es un ave calmada, / porque así no anda nada.”Es significativo que algunos de sus poemas se llamen “Poemas para Lili”, nombre de una muñeca de su sobrina. Reflejan cabalmente la aguda relación que existió entre los niños de la familia de Pessoa y el poeta.
El más trascendente intento de Novalis por aprehender la voz del niño y, a la vez, explicar su función se localiza en un poema dedicado a Ludwig Tieck. El poema—dice Reinhard Kuhn—abre con una descripción de un niño melancólico y fiel que ha sido exiliado a un país extranjero. Después de una larga búsqueda, de un largo periodo de espera y de una errancia triste, llega a un desolado jardín y allí descubre un libro que “prefigura aquel que Mallarmé buscaría en vano”.
El niño melancólico bien podría asemejarse a un Pessoa desconsolado. Y el libro encontrado en el desolado jardín, al último reducto de aquel tiempo remoto de donde fue expulsado. Pessoa conservó en su vida y manifestó en su obra diversas cualidades de la infancia:
la capacidad de conmoverse y sorprenderse con el mundo, el gozo con el juego y el deseo y capacidad de crear e imaginar. Los poemas relativos a la infancia cobran importancia en el corpus general porque representan un asidero en medio de la extrañeza, la tristeza y la soledad que implicaron las múltiples pérdidas del poeta. Cuando tenía cinco años su padre murió, después su hermano y más tarde se suicidaría su mejor amigo y también poeta Mario de Sá-Carneiro.
La obra de Pessoa, marcada por un profundo desasosiego existencial, oscila lúdicamente entre el escudriñamiento del ser y la remembranza del pasado, tareas análogas. Es una aproximación al universo de la memoria que conduce a la infancia. El poeta concluye “Autopsicografía” arrojando luz al imprescindible vínculo entre razón, emoción e inteligencia. La afectividad de Pessoa se amplifica y recorre un camino donde la sensibilidad hace crecer el entendimiento: “Y así en los rieles / gira, dilatando la razón, / ese tren de cuerda / que se llama corazón.”
La ambivalencia que manifiesta Pessoa en torno a la infancia deriva en una Ítaca a la que no se puede regresar y, a la vez, en un Olimpo representado por la poesía. Por ello la sempiterna pregunta del poeta: “¿Qué ha sido de aquella verdad nuestra / —el sueño a la ventana de la infancia?”
El origen de su obra se encuentra en la niñez, cuando comienza a leer y escribir. “El primer alimento literario de mi infancia estaba en las muchas novelas de misterio y aventuras pavorosas — afirma Pessoa en un escrito autobiográfico de 1907—. Los libros llamados infantiles que relatan experiencias emocionantes poco me interesaban. No me atraía la vida saludable y natural. Ansiaba, no por lo probable, sino por lo increíble, ni siquiera por lo imposible en intensidad pero sí por lo imposible por naturaleza. Mi infancia fue tranquila, mi educación buena. Pero desde que tengo conciencia de mí percibí una tendencia innata en mí hacia la mistificación, la mentira artística.”
Y el escrito continúa: “Agréguese a esto un gran amor por lo espiritual, hacia lo misterioso, hacia lo oscuro, que al fin y al cabo, no era sino una forma y una variante de aquella otra característica mía, y mi personalidad estará completa, hacia la comprensión humana.” El ansia de exploración y descubrimiento manifestada desde la infancia confluye en la invención como modus vivendi. “El poeta es un fingidor”, escribiría Pessoa veinticuatro años después.
En Pessoa opera la creencia de Wordsworth acerca de que el niño es el padre del hombre.
“No hay tristezas / ni alegrías / en nuestra vida / Sepamos así, sabios incautos, / no vivirla, // pero recorrerla, / tranquilos, plácidos, / teniendo a los niños / por maestros nuestros, / y con los ojos llenos / de Naturaleza…”, escribió Ricardo Reis.
El poeta nombra la infancia y en ocasiones la define. “En el niño hay conciencia”, dicta una máxima de Pessoa ortónimo que pertenece a su Introducción al estudio de la metafísica. Y Álvaro de Campos advierte: “más vale ser niño que comprender el mundo”, expresando su profunda nostalgia por aquello que parece inaccesible. La sensibilidad creativa surge como en la niñez, feliz y resuelta, pero con un dejo melancólico: “Escribo y divago y me parece que todo esto fue verdadero. Mi sensibilidad está tan a flor de mi imaginación / que casi llego a llorar y vuelvo a ser el niño feliz que nunca fui…”, cifró Pessoa en una carta al poeta brasileño Ronald de Carvalho fechada en 1914, tras evocar con emoción su primera infancia.
Los objetos de la niñez son mencionados con insistencia en algunos fragmentos, como los chocolates de la niña en “Tabaquería”: “mira que no hay más metafísica en el mundo / que los chocolates”. O el tren infantil de cuerda tirado por un cordel que “tiene más movimiento real / que mis versos…”, en otro poema de Álvaro de Campos
La naturaleza es uno de los temas inherentes a la niñez. Para Alberto Caeiro la infancia se acerca a un estado natural, próximo a la divinidad: “Es el Eterno Niño, es el dios que faltaba. / Es lo humano natural, / es lo divino que sonríe y juega”, se lee en “El guardador de rebaños”. El poeta se remite a la voz del “niño milagroso”,El jardín se convierte en un espacio que propicia la creación.
Participa de la naturaleza y la confina metafóricamente. La reflexión con la que Thompson intenta solazarse en su ensayo sobre Shelley se manifiesta en la obra de Pessoa.
“La metafísica— caja para contener el Infinito—me recuerda siempre aquella definición de caja que alguna vez escuché de un niño—dice Pessoa en una nota personal escrita en 1913—.
‘¿Sabes qué es una caja?’, le pregunté no sé ya por qué —continúa el poeta—, ‘Sí señor, lo sé, respondió [el niño], es una cosa para meter cosas’.” de origen divino, omnipresente en Novalis. El jardín simboliza la relación de la naturaleza con el niño, de la que Álvaro de Campos,
en “Callos al estilo de Porto”, escribió: “(Sé muy bien que en la infancia de toda la gente hubo / un jardín, / particular o público, o del vecino. / Sé muy bien que jugar a lo que nosotros jugáramos era el dueño del jardín. / Y que la tristeza es de hoy.)”
La frase de Antoine de Saint-Exupéry:
“Soy de mi infancia como se es de un país” a nadie se aplica mejor que a Pessoa, menciona Robert Bréchon. La infancia como patria, como recuerdo nebuloso de una habitación. Cada uno de los poemas y fragmentos aquí referidos resulta una apología del pasado, llena de una dicha que, a través de la saudade, adquiere un matiz de aflicción.
De esta manera instauran el encuentro con lo afectivo. La infancia de Pessoa despierta constantemente de un letargo apacible y detona, a la vez, el gozo y la nostalgia: “la luna asciende en el horizonte / y la infancia feliz despierta, en mí, como una lágrima. / Mi pasado resurge, como si ese grito marítimo / fuese un aroma, una voz, el eco de una canción / que fuese a llamar a mi pasado / a aquella felicidad que nunca volveré a tener”, se lee en la “Oda marítima” de Álvaro de Campos.
Es el pasado brumoso, la casa perdida de la niñez. En Pessoa, la infancia también es un territorio que parece desprendido del sueño. “Un día, me entró el sueño como a un niño / pequeño. / Cerré los ojos y dormí. / Aparte de eso, fui el único poeta de la Naturaleza”,dice Alberto Caeiro. Y escribe Pessoa en “Lluvia oblicua”:
“Todo el teatro es mi patio, mi infancia / está en todos los lugares, y la pelota viene tocando música, / una música triste y vaga que pasea en mi patio / vestida de perro verde volviéndose jockey amarillo… / (Tan rápido gira la pelota entre los músicos y yo…).” Resulta un poema explícito sobre épocas pasadas y lugares afables y expresivos. La poesía exalta sensaciones desde distintas perspectivas. La conciencia de la musicalidad infantil, simbólica y rítmica se recrea en varios poemas. Algunos fragmentos poseen un ritmo que tiende a la canción: se consolida un rico repertorio de versos propicios para la musicalidad. Unos más contienen agitación suficiente para ser cantados, la rima de otros es cadenciosa. Las canciones “carentes de sentido” —como el “Poema pial”—se inscriben en esa categoría. Las distintas formas de versificación se mueven entre la composición tradicional y el verso libre, que domina la escena. Son aprovechados diversos recursos fonéticos cuyo resultado son versos que no desairan el ritmo. Pero estos poemas importan más por su significación que por la rima.
El poeta juega con el canto y la representación del pasado. Pessoa concilia el universo perdido de la infancia con la pasión creativa que lo caracteriza.
El poeta mexicano Francisco Cervantes relató en alguna ocasión una anécdota que recrea el espíritu inquieto de Pessoa. Era habitual en su noviazgo con Ofelia de Queiroz que Pessoa acompañara a la dama en su recorrido en tranvía a orillas del Tajo y, como acostumbraba, hiciera mohines para divertir a la mujer. En una ocasión, fingiéndose el ave ibis, arremangándose los pantalones y apoyándose en una sola pierna, fue sorprendido por unos niños que, divertidos, parecían comprenderlo.
Y en “El ibis” escribió: “El ibis, el ave de Egipto, / descansa siempre sobre un pie, / lo que / es extraño. / Es un ave calmada, / porque así no anda nada.”Es significativo que algunos de sus poemas se llamen “Poemas para Lili”, nombre de una muñeca de su sobrina. Reflejan cabalmente la aguda relación que existió entre los niños de la familia de Pessoa y el poeta.
El más trascendente intento de Novalis por aprehender la voz del niño y, a la vez, explicar su función se localiza en un poema dedicado a Ludwig Tieck. El poema—dice Reinhard Kuhn—abre con una descripción de un niño melancólico y fiel que ha sido exiliado a un país extranjero. Después de una larga búsqueda, de un largo periodo de espera y de una errancia triste, llega a un desolado jardín y allí descubre un libro que “prefigura aquel que Mallarmé buscaría en vano”.
El niño melancólico bien podría asemejarse a un Pessoa desconsolado. Y el libro encontrado en el desolado jardín, al último reducto de aquel tiempo remoto de donde fue expulsado. Pessoa conservó en su vida y manifestó en su obra diversas cualidades de la infancia:
la capacidad de conmoverse y sorprenderse con el mundo, el gozo con el juego y el deseo y capacidad de crear e imaginar. Los poemas relativos a la infancia cobran importancia en el corpus general porque representan un asidero en medio de la extrañeza, la tristeza y la soledad que implicaron las múltiples pérdidas del poeta. Cuando tenía cinco años su padre murió, después su hermano y más tarde se suicidaría su mejor amigo y también poeta Mario de Sá-Carneiro.
La obra de Pessoa, marcada por un profundo desasosiego existencial, oscila lúdicamente entre el escudriñamiento del ser y la remembranza del pasado, tareas análogas. Es una aproximación al universo de la memoria que conduce a la infancia. El poeta concluye “Autopsicografía” arrojando luz al imprescindible vínculo entre razón, emoción e inteligencia. La afectividad de Pessoa se amplifica y recorre un camino donde la sensibilidad hace crecer el entendimiento: “Y así en los rieles / gira, dilatando la razón, / ese tren de cuerda / que se llama corazón.”
La ambivalencia que manifiesta Pessoa en torno a la infancia deriva en una Ítaca a la que no se puede regresar y, a la vez, en un Olimpo representado por la poesía. Por ello la sempiterna pregunta del poeta: “¿Qué ha sido de aquella verdad nuestra / —el sueño a la ventana de la infancia?”
martes, 27 de enero de 2009
jueves, 15 de enero de 2009
Dostoievski . Pobres gentes

Makar Aleksiéyevich Dievushkin y Varvara Aleksiéyevna Drobroselov son los protagonistas de la historia. El primero, ya viejo, decide ser el protector de la segunda; aunque le haga falta dinero para la manutención de los dos no se da por vencido y pide adelantos económicos de su trabajo como copista, pasando, por ello, toda clase de vergüenzas y penurias. A Várinka, como él la llama, no le faltan penas; es una mujer bastante delicada de salud y debe aceptar algunos trabajos para ayudar a Makar.
Esta novela es considerada como la desgraciada historia de amor entre Várinka y Makar, quienes por medio de cartas construyen una historia de amor que evoluciona a cada línea.
Esta novela es considerada como la desgraciada historia de amor entre Várinka y Makar, quienes por medio de cartas construyen una historia de amor que evoluciona a cada línea.
Y es verdad; pero coexisten también otras historias iguales o más significativas. La historia del niño mendigo, la parábola de las botas (Carta del 5 de septiembre)
entre muchas otras que nutren la trama y dan un aire de nostalgia y tristeza a la historia central. Una de las más significativas es la triste historia de Gorschkov, que se sostiene, de inicio a fin, en todo el relato. Este es un hombre miserable “va peor vestido que yo” dice Makar a Várinka
y eso ya es mucho decir:
Una tarde yo pasé por delante de la puerta –reinaba en aquel instante en la casa un inusitado silencio– y pude percibir un sollozar apagado, seguido de un murmullo, y luego más sollozos, exactamente como si allí dentro estuviera llorando alguien, pero con tal tristeza y desesperanza, que a mí se me quiso saltar el corazón…, y estuve hasta la madrugada sin poder apartar de mi pensamiento a esas pobres criaturas, y tardé mucho en conciliar el sueño. (Carta del 12 de abril)
Sucede que a Gorschkov, a causa de su excesiva pobreza, se le ha muerto un hijo; su esposa está enferma, no tiene que ofrecer a sus hijos para comer y viven en un cuchitril todos amontonados.
Una tarde yo pasé por delante de la puerta –reinaba en aquel instante en la casa un inusitado silencio– y pude percibir un sollozar apagado, seguido de un murmullo, y luego más sollozos, exactamente como si allí dentro estuviera llorando alguien, pero con tal tristeza y desesperanza, que a mí se me quiso saltar el corazón…, y estuve hasta la madrugada sin poder apartar de mi pensamiento a esas pobres criaturas, y tardé mucho en conciliar el sueño. (Carta del 12 de abril)
Sucede que a Gorschkov, a causa de su excesiva pobreza, se le ha muerto un hijo; su esposa está enferma, no tiene que ofrecer a sus hijos para comer y viven en un cuchitril todos amontonados.
Gorschkov, después de muchas vicisitudes, logra superar los problemas de dinero porque el proceso judicial, que se había levantado en su contra, falló a favor y, ahora, el estado debe pagarle una pensión. Llega a su casa le cuenta a su mujer y a sus vecinos la buena noticia y después de comer se acuesta a descansar para no volver a levantarse jamás, muere misteriosamente.
A partir de esta novela he percibido que las narraciones de Dostoievski están supeditadas a una carencia que no se restituye (el caso del Jugador).
A partir de esta novela he percibido que las narraciones de Dostoievski están supeditadas a una carencia que no se restituye (el caso del Jugador).
Makar nunca llega a sublimar su amor por Várinka, ésta se casa con Bukov por una razón social; Várinka, enamorada en silencio de Makar nunca consigue estar cerca de él y al contrario se aleja para siempre de su lado (aún cuando los problemas de dinero se han ido solucionando de parte y parte);
Gorschkov, como hemos visto, satisface la carencia de dinero, pero muere como si hubiera retardado su ida a la tumba sólo para recuperar su honor. Hasta Bukov es un pobre desgraciado al buscar el amor, imposible, en Várinka.
La novela es un ir y venir de imposibilidades, los personajes alcanzan algo sólo para perder lo que ya poseían. Makar empieza a tener estilo en su escritura, pero ya no lo necesita porque Várinka se ha ido y no puede escribirle.
La novela es un ir y venir de imposibilidades, los personajes alcanzan algo sólo para perder lo que ya poseían. Makar empieza a tener estilo en su escritura, pero ya no lo necesita porque Várinka se ha ido y no puede escribirle.
¿Para qué, pues, afecto, esperanza,
Si pierdo, en cuanto
Los uso, la causa para usarlos,
Si tenerlos sabe a no tenerlos?
(Fernando Pessoa)
Si pierdo, en cuanto
Los uso, la causa para usarlos,
Si tenerlos sabe a no tenerlos?
(Fernando Pessoa)
miércoles, 24 de diciembre de 2008
PESSOA
EL MISMO DIA DE SU MUERTE , FERNANDO PESSOA , ESCRIBIO EN UN TROZO DE PAPEL
NO SE QUE MAÑANA TRAERA.
NO SE QUE MAÑANA TRAERA.
ALVARO DE CAMPOS
Yo, yo mismo...
Yo, lleno de todos los cansancios
Cuantos el mundo pueda dar. —
Yo...
Al final todo,
porque todo es yo,
Y hasta las estrellas, que al parecer,
Me salieron del bolsillo para deslumbrar niños...
Qué niños no sé...
Yo...
¿Imperfecto? ¿Incógnito? ¿Divino?
No sé...
Yo...
¿Tuve un pasado? Sin duda...
¿Tengo un presente? Sin duda...
¿Tendré un futuro? Sin duda...
La vida que pare dentro de poco...
Pero yo, yo...
Yo soy yo,
Y quedo yo,
Yo...
Yo, lleno de todos los cansancios
Cuantos el mundo pueda dar. —
Yo...
Al final todo,
porque todo es yo,
Y hasta las estrellas, que al parecer,
Me salieron del bolsillo para deslumbrar niños...
Qué niños no sé...
Yo...
¿Imperfecto? ¿Incógnito? ¿Divino?
No sé...
Yo...
¿Tuve un pasado? Sin duda...
¿Tengo un presente? Sin duda...
¿Tendré un futuro? Sin duda...
La vida que pare dentro de poco...
Pero yo, yo...
Yo soy yo,
Y quedo yo,
Yo...
RICARDO REIS
Unos, con los ojos puestos en el pasado,
Ven lo que no ven: otros, clavados
Los mismos ojos en el futuro,
ven Lo que no puede verse.
¿Por qué tan lejos ir a poner lo que está cerca
— A seguro nuestro?
Éste es el día, Ésta es la hora, éste el momento, ésto
Es quienes somos, y es todo.
Peremne fluye la interminable hora
Que nos confiesa nulos.
En el mismo trago
En que vivimos, morimos.
Toma El día, porque eres él.
Ven lo que no ven: otros, clavados
Los mismos ojos en el futuro,
ven Lo que no puede verse.
¿Por qué tan lejos ir a poner lo que está cerca
— A seguro nuestro?
Éste es el día, Ésta es la hora, éste el momento, ésto
Es quienes somos, y es todo.
Peremne fluye la interminable hora
Que nos confiesa nulos.
En el mismo trago
En que vivimos, morimos.
Toma El día, porque eres él.
domingo, 10 de agosto de 2008
Magnificat.Pessoa

y yo, el alma mía, tendré mi día?¿
Cuándo despertaré de estar despierto?
No sé.
El sol brilla alto,imposible de mirar.
Frío pestañean las estrellas,imposibles de contar.
Ajeno pulsa el corazón,imposible de escuchar.
¿Cuándo pasará este drama sin teatro
este teatro sin drama
y me acogeré a casa?
¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo?
Gato que me miras con ojos de vida,
¿qué tienes allá en lo hondo?
¡A aquél! ¡A aquél!
Y aquél mandará como Josué que pare el sol,
y yo despertaré;
y entonces será día.
Sonríe mientras duermes, alma mía.
Sonríe, alma mía,
¡será día!
miércoles, 6 de agosto de 2008
RICARDO REIS
En el momento que algunas preguntas juegan conmigo y el dia cancela su optimo estado y fusionan de mala forma , DON FERNANDO me recomienda que llame a un amigo suyo medico , llamado RICARDO REIS .
Al llegar noto su sabiduria paradojica y fui directo al grano.
- ¿ el hombre dispone de algun espacio de libertad ?
Solo esta libertad nos conceden
los dioses: someternos
a su dominio por propia voluntad.
Vale mas asi hacerlo,
porque solo en la ilusion de libertad
la libertad existe .
- o sea en este mundo no existe libertad , doctor ¿ donde entonces ?
No tengas nada en las manos(...)
Sientate al sol.Abdica
y se rey de ti mismo.
La vida carece de camino.
Abdica, y se
rey de ti solo.
Fuera de mi, extraño a cuanto pienso,
el destino se cumple. Pero yo me cumplo
en el breve cuadro
de lo que, siendo mio, me es acordado .
Altos y poderosos señores de nosotros mismos, obtengamos
beneficio de la existencia....
- reinar sobre uno? estar entero, doctor ? y el pensamiento...y el campo de la consciencia ???
Para el marino, el mar oscuro es una ruta clara.
Tu, en la soledad confusa de la vida,
eligete tu propio
( no conoces otro ) puerto de matricula .
- el yo renuncia para asi poseerse, el vacio del espiritu, la abstencion de todo deseo y la exaltacion de la vida breve.., entiendo pero...
Estas solo. Nadie lo sabe. Se silencio y ficcion,
pero ficcion sin espiritu de ficcion.....
-habla de fingir.., como estrategia?? fingimiento oculto, implicito, hacer la verdad complice d ela mentira??extrema humildad.., orgullo supremo??
Cada cual en su presencia de si mismo es todo.
El doctor se levanto de su silla, despues de escribir en un papel:
Dentro de la piedra asi el instante exterior graba
si ser, perdurando en ella .
( ricardo reis,nacio en oporto en 1887, es medico, educado en un colegio de jesuitas, desde 1919 vive en brasil, donde se expatrio voluntariamente por ser monarquico, por la educacion que recibio es latinista, y por la que se procuro a si mismo, semihelenista...) (heteronimo de fernando pessoa)
Al llegar noto su sabiduria paradojica y fui directo al grano.
- ¿ el hombre dispone de algun espacio de libertad ?
Solo esta libertad nos conceden
los dioses: someternos
a su dominio por propia voluntad.
Vale mas asi hacerlo,
porque solo en la ilusion de libertad
la libertad existe .
- o sea en este mundo no existe libertad , doctor ¿ donde entonces ?
No tengas nada en las manos(...)
Sientate al sol.Abdica
y se rey de ti mismo.
La vida carece de camino.
Abdica, y se
rey de ti solo.
Fuera de mi, extraño a cuanto pienso,
el destino se cumple. Pero yo me cumplo
en el breve cuadro
de lo que, siendo mio, me es acordado .
Altos y poderosos señores de nosotros mismos, obtengamos
beneficio de la existencia....
- reinar sobre uno? estar entero, doctor ? y el pensamiento...y el campo de la consciencia ???
Para el marino, el mar oscuro es una ruta clara.
Tu, en la soledad confusa de la vida,
eligete tu propio
( no conoces otro ) puerto de matricula .
- el yo renuncia para asi poseerse, el vacio del espiritu, la abstencion de todo deseo y la exaltacion de la vida breve.., entiendo pero...
Estas solo. Nadie lo sabe. Se silencio y ficcion,
pero ficcion sin espiritu de ficcion.....
-habla de fingir.., como estrategia?? fingimiento oculto, implicito, hacer la verdad complice d ela mentira??extrema humildad.., orgullo supremo??
Cada cual en su presencia de si mismo es todo.
El doctor se levanto de su silla, despues de escribir en un papel:
Dentro de la piedra asi el instante exterior graba
si ser, perdurando en ella .
( ricardo reis,nacio en oporto en 1887, es medico, educado en un colegio de jesuitas, desde 1919 vive en brasil, donde se expatrio voluntariamente por ser monarquico, por la educacion que recibio es latinista, y por la que se procuro a si mismo, semihelenista...) (heteronimo de fernando pessoa)
viernes, 1 de agosto de 2008
FERNANDO PESSOA
De "El libro del desasosiego " de Bernardo Soares, heteronimo de Fernando Pessoa .
(...)El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad. Toda acción es, por naturaleza, la proyección de la personalidad sobre el mundo exterior, y como el mundo exterior está en buena y en su principal parte compuesto por seres humanos, se deduce que esa proyección de la personalidad consiste esencialmente en atravesarnos en el camino ajeno, en estorbar, herir o destrozar a los demás, según nuestra manera de actuar. Para actuar es necesario, por tanto, que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza, se detiene. El hombre de acción considera el mundo exterior como compuesto exclusivamente de materia inerte –inerte en sí misma, como una piedra sobre la que se pasa o a la que se aparta del camino; o inerte como un ser humano que, por no poder oponerle resistencia, tanto da que sea hombre o piedra, pues, como a la piedra, o se le apartó o se le pasó por encima. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida.
Ahora bien, el estratega es un hombre que juega con vidas como el jugador de ajedrez juega con las piezas del juego. ¿Qué sería del estratega si pensara que cada lance de su juego lleva la noche a mil hogares y el dolor a tres mil corazones? ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. "
FUENTE :www.epdlp.com
(...)El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad. Toda acción es, por naturaleza, la proyección de la personalidad sobre el mundo exterior, y como el mundo exterior está en buena y en su principal parte compuesto por seres humanos, se deduce que esa proyección de la personalidad consiste esencialmente en atravesarnos en el camino ajeno, en estorbar, herir o destrozar a los demás, según nuestra manera de actuar. Para actuar es necesario, por tanto, que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza, se detiene. El hombre de acción considera el mundo exterior como compuesto exclusivamente de materia inerte –inerte en sí misma, como una piedra sobre la que se pasa o a la que se aparta del camino; o inerte como un ser humano que, por no poder oponerle resistencia, tanto da que sea hombre o piedra, pues, como a la piedra, o se le apartó o se le pasó por encima. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida.
Ahora bien, el estratega es un hombre que juega con vidas como el jugador de ajedrez juega con las piezas del juego. ¿Qué sería del estratega si pensara que cada lance de su juego lleva la noche a mil hogares y el dolor a tres mil corazones? ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. "
FUENTE :www.epdlp.com
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